Rosas

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lunes, 15 de octubre de 2012

LA TRANSFORMACIÓN QUE HIZO PERON EN ARGENTINA.

Por Walter Moore Una vez en el gobierno, Juan Domingo Perón, que conocía perfectamente la organización que el Imperio Angloamericano sostenía para controlar a los países más débiles, diseñó e instaló un dispositivo estratégico para oponerse tanto a los recursos y fuentes de poder del Imperio como al crecimiento de sus aliados internos. Perón apoya su poder en la movilización del Pueblo argentino, y así mantiene a todos sus enemigos y aliados controlados mediante un dispositivo capilar que llegaba a todas las instituciones de la República. Con este gran poder se dedica a realizar una obra, destinada a transformar la Argentina, en la cual su primer objetivo fue retomar el control de la economía nacional, cuyos principales mecanismos estaban en manos británicas. Ellos manejaban prácticamente a todos los bancos, inclusive al Banco Central, y todas las otras instituciones financieras, y de seguros. Perón, con decisión y energía recuperó para el Estado Argentino el manejo del sistema financiero. En 1943 se nacionalizó el Banco Central, controlado hasta entonces por los británicos, y dio un gran impulso a la creación de los bancos estatales, provinciales y municipales, y creó el sistema nacional de seguros. Perón, sabiendo el poder destructor del sistema financiero colonialista, definió una política totalmente contraria a recibir préstamos externos, asegurando que se cortaría la mano antes de firmar un empréstito, pagando todas las deudas que el Estado argentino tenía con los acreedores de la banca internacional.
Cuando fue desalojado del poder en 1955, el Estado Argentino no tenía deuda externa. También debilitó el poder de los grupos importadores del puerto de Buenos Aires, tradicionalmente vinculados a los intereses británicos, colocando a todas las importaciones bajo el control del Estado, para lo cual creó el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), destinado a controlar el comercio exterior, sustrayéndolo del control de tradicionales aliados de los intereses imperiales siempre dispuestos a destruir toda la industria que compitiera con sus proveedores extranjeros. Cuando Perón llegó al poder, las empresas británicas tenían el control de todos los sistemas de transportes, la provisión y distribución de fluido eléctrico, y de las empresas telefónicas lo que generaba un enorme drenaje de divisas provenientes de los bolsillos de los argentinos hacia las arcas inglesas. Para revertir esta situación, Perón reorganizó prácticamente toda la estructura productiva y de servicios públicos. Ante la certeza de que Inglaterra no pagaría nunca la deuda que tenía con la Argentina, la canceló nacionalizando los ferrocarriles británicos, con una red hábilmente diseñada para extraer la riqueza del campo argentino y llevarla a Europa a través del puerto de Buenos Aires, pero con trochas diferentes que impedían que se integraran las diferentes regiones argentinas. Entre muchas otras medidas, crea las Juntas Nacionales de Carnes y de Granos, así puso la riqueza del campo argentino en manos de sus productores, gracias a la regulación de ese comercio por el Estado, quitándole los beneficios y el control de nuestros productores a los intermediarios de las multinacionales que hasta entonces manejaban toda la exportación de granos y carnes argentinas. Luchó, además, contra los grandes latifundios improductivos, una de sus primeras leyes fue para poner en marcha un Estatuto del Peón de Campo, que dignificaba laboral y salarialmente este trabajo, al mismo tiempo que fomentó desde el Estado el desarrollo de una agroindustria que incrementó notablemente la productividad del campo. El impulso para industrializar el país incluye la creación de la industria pesada (altos hornos, impulsó a la siderurgia y el crecimiento de la empresa petrolera estatal, YPF), genera centros de investigación y desarrollo, impulsando la organización de lo que luego sería la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Instituto Balseiro de investigación.
Al mismo tiempo impulsa el desarrollo de una industria de defensa nacional para independizarnos de los proveedores imperiales, creando, entre otras, una industria aeronáutica capaz de crear los aviones a reacción Pulqui 1 y 2, de los más avanzados de su época, desarrollados por ingenieros alemanes emigrados a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, inaugurando una tradición que sólo sería destruida durante el gobierno de Carlos Menem, en el cual los norteamericanos, impusieron la desbaratamiento del proyecto del misil Cóndor II, un prodigio técnico que desarrollaba un cohete capaz de instalar satélites propios y llegar a otros continentes, al mismo tiempo que ese gobierno implementó la eliminación de la fábrica militar de aviones y de toda la industria militar argentina, siguiendo las instrucciones de nuestros enemigos británicos. También impulsa la instalación de industrias automotrices y de autopartes, produciendo dos vehículos íntegramente diseñados en Argentina, impulsa el desarrollo de astilleros navales para apoyar la recién creada flota marítima del Estado, destinada a dejar en las arcas nacionales los costos de transporte de las exportaciones e importaciones argentinas. A estas políticas se suma un permanente crecimiento de la infraestructura productiva del país, mediante el apoyo permanente a las pequeñas y medianas empresas y el estricto control desde el Estado a la competencia desleal generada por las grandes empresas monopólicas, a las que opone una miríada de cooperativas, y pequeñas y medianas empresas de capitales nacionales apoyadas por el Estado dando gran impulso a la cooperativas de crédito para que los productores se financien lejos de la usura bancaria. Genera un fuerte sistema para reprimir el mercado negro y general una legislación contra los especuladores y agiotistas que es una de las primeras medidas derogadas por el golpe de la masonería pro británica en 1955. Al mismo tiempo que se generaba esta gigantesca revolución productiva, se producía un incremento del consumo interno gracias a la nueva distribución de la renta nacional, que llevó a los bolsillos de la clase trabajadora el 50 por ciento del Producto Bruto Nacional. El pleno empleo, la institución del aguinaldo y el doble aguinaldo, las vacaciones pagas y obligatorias, la jornada de ocho horas, la financiación estatal de las viviendas populares a través del Banco Hipotecario, que se hicieron accesibles gracias a los salarios dignos y a las prioridades de consumo que auspiciaba el gobierno. Todas estas medidas, que en gran medida favorecieron el crecimiento de una poderosa clase media y configuraron un nuevo país social, en el cual nadie estaba excluido, en consecuencia, nunca estuvieron más despobladas las cárceles argentinas, ni fue menor el porcentaje de delitos. Las políticas del peronismo dieron origen a millares de instituciones de servicios sociales destinadas a asegurar mejores condiciones de vida a los trabajadores y a las clases más humildes. El sistema de salud pública impulsado por el Dr. Ramón Carrillo, creó un salto cualitativo en las condiciones sanitarias para todas las clases sociales en el país, que tuvieron como resultado un notable descenso del porcentaje de la morbimortalidad infantil y el incremento de la expectativas de vida de gran parte de la población. Los ancianos, protegidos económicamente por un sistema de jubilaciones y pensiones estatales que les aseguraba la seguridad económica dándoles un verdadero júbilo después de toda una vida de trabajo. Los derechos de la Ancianidad y de la Infancia, dos políticas centrales destinadas a oponerse a los designios genocidas del Imperio, no sólo garantizaron jubilaciones dignas, sino una educación, alimentación, cuidado y participación social a través de los deportes a los niños y jóvenes de todos los grupos sociales, lo que permitió crear una sociedad poderosa y crecientemente justa.
Perón organizó y auspició el fortalecimiento de los sindicatos y la creación de una fuerte central única de trabajadores, la Confederación General del Trabajo que les daba un poder de negociación real al movimiento obrero organizado ante la voracidad capitalista, organizada en cámaras empresarias únicas mientras propiciaban la atomización sindical. Para oponerse a los ataques de la feroz Guerra Psicológica emprendida por el Imperio desde todos los medios internacionales, Perón estatizó gran parte de los medios de comunicación social, creó el primer canal de televisión, le dio gran envergadura a las radios del Estado, desarrolló y compró diarios y revistas que difundieran sus políticas, para oponer su información a la de los otros medios, casi todos copados por la ideología liberal, que consciente o inconscientemente, apoyan las políticas imperiales en contra de los intereses de su propio país, partiendo de información generada por las agencias de noticias que dependen del Foreign Office británico o de los servicios de inteligencia norteamericanos. El modelo político de Perón, ni socialista, ni liberal, (que se expresaba en el campo internacional como Tercera Posición) se basó en un nuevo concepto de organización política: La creación de una Comunidad Organizada que funcionara armoniosamente, sustentada fundamentalmente en el poder de las Organizaciones Libres del Pueblo[1][1]. Para lograr este objetivo estratégico de largo plazo, organizó una estructura política muy especial, que conservaba algunas instituciones liberales como los partidos políticos con representación parlamentaria, y tomaba otras del socialismo como la economía semi-planificada contenida en los Planes Quinquenales. Pero su mayor originalidad consiste en el desarrollo de lo que denominó Movimiento Peronista, en la cual el Partido Peronista era solamente un instrumento electoral que se armaba antes de cada elección, y prácticamente desaparecía después de ellas. El Movimiento comprendía el Partido Peronista Femenino, de enorme vigor, desatado porque por primera vez en la historia argentina el peronismo les otorgó a las mujeres iguales derechos cívicos que los hombres. El Movimiento Peronista tenía su columna vertebral en la movilización de la totalidad del pueblo trabajador a través del Movimiento Obrero Organizado, las instituciones de la Confederación General del Trabajo, a la cual debían asociarse las Federaciones de Gremios únicos por cada rama de actividad, que tenían sus propios sistemas de obras sociales que incluían sanatorios y servicios de salud, proveedurías para abastecimiento popular a precios muy bajos, hoteles de vacaciones, provisión de viviendas, sistemas de recreación, y hasta servicios de sepelios. Por otra parte organizó la Confederación General Económica, donde agrupó las fuerzas de las pequeñas y medianas empresas nacionales, que no se encontraban representadas en las organizaciones como la Unión Industrial, la Bolsa de Comercio, la Cámara de Comercio y la Bolsa de Cereales que tradicionalmente presionaban a los gobiernos para imponerles política favorables a las grandes empresas nacionales y multinacionales asentadas aquí. La Comunidad Organizada también comprendía a la Unión de Estudiantes Secundarios y la Confederación General Universitaria, como apoyo a una nueva estructura de democratización de la educación gracias a la cual todos los jóvenes, hasta los más humildes, tenían acceso a una educación completamente gratuita y de alta calidad académica, a los deportes, las vacaciones y la facilidad para obtener los elementos que todos los jóvenes desean, tales como ropa deportiva, la posibilidad de adquirir una bicicleta o una moto pequeña, todo un lujo en aquellos años, y de aprender, desde la escuela primaria, cuales eran sus derechos como ciudadanos argentinos. Los Derechos de la Mujer, de la Infancia y de la Ancianidad fueron instituidos en la nueva Constitución redactada en 1949, que también garantizaba la propiedad del Estado sobre el subsuelo y los recursos existentes en la Plataforma Continental Argentina, siempre codiciados por las empresas imperiales, de la misma manera que establecía que los servicios públicos deberían ser prestados directamente por el Estado. Dicha constitución fue derogada en forma ilegal con una proclama militar, emitida por un régimen de facto, motivo por el cual numerosos juristas sostienen que es la única vigente en Argentina, lo que coloca los actos de entrega de los gobiernos posteriores en una situación de fragilidad jurídica. En el campo de la política exterior, el gobierno de Perón estableció políticas que tendrían profunda repercusión mundial.
Creó la doctrina de la Tercera Posición tomando distancia del reparto del mundo organizado en Yalta por Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética, que luego diera origen al Movimiento de Países No Alineados que integraron la mayor parte de los grandes países del Tercer Mundo. Las consignas principales que elaboró el peronismo son: Justicia Social, Independencia Económica, Soberanía Política, Cultura Nacional, Defensa Ambiental, Continentalismo y Universalismo. En base a estos grandes objetivos Juan Domingo Perón encaró la construcción de un Estado y la organización política, social, económica y cultural capaz de oponerse a los designios del Imperio y sus aliados internos. La lucha contra la oligarquía local, y la consecuente defensa de los grupos más humildes y vulnerables de nuestra sociedad eran conducidos por Eva Perón, infatigable en su tarea por aliviar el dolor y las penurias de los más pobres y en su denuncia del comportamiento genocida de los grupos de poder tradicionales en la Argentina y de sus aliados ingleses y norteamericanos. La tendencia naturalmente negociadora de Perón, acostumbrado al regateo político sin claudicar de sus objetivos, era contrapesada por la intransigencia militante de Evita, que no soportaba el menor atisbo de traición ni de corrupción por parte de sus partidarios, motivo por el cual era escandalosamente condenada por la sociedad gorila, opositora desaforada a un régimen político que había posibilitado una participación igualitaria de los grupos más humildes, los cabecitas negras, dentro de una sociedad de la cual se sentían propietarios. La doctrina que, luego de la Actualización Doctrinaria de la década de 1970, Perón llamaría Continentalismo, tuvo su expresión política durante su primer gobierno con la propuesta de un pacto llamado ABC, para constituir una alianza estratégica entre Argentina, Chile y Brasil, pactada con el presidente de Chile, General Ibañez y con el de Brasil, Getulio Vargas, proyecto que no pudo concretarse porque todos fueron derrotados por los intereses imperiales. También en la misma actualización doctrinaria propuso Perón el concepto de Universalismo, basado en la idea de la confluencia de los distintos continentes con iguales derechos y atribuciones, doctrina desarrollada veinte años antes de que se inventara la Globalización, propuesta imperial que implica el sometimiento de todos los países a los deseos del Directorio Global.

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